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Aquí y allá helechos. Y cuadros, libros, más cuadros. Una buganvilia cuelga en la ventana, iluminada por la pálida luz de Tuxtla Gutiérrez: el lila se recorta contra el verde de las hojas, contrastando alegremente esa visión que Manuel Suasnávar disfruta todas las tardes. La estancia es agradable. Al fondo un caballete muestra la actividad de este insospechado habitante. Una pintura a punto de concluir -técnica: temple de huevo-, sobresale. En el ambiente ronda, como un moscardón discordante, la música de jazz.
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Con diligencia Manuel Suasnávar prepara una carne tártara y otros bocadillos, que más tarde disfrutaremos. Este es el universo de un artista solitario, aunque lleno de mundos y submundos que su mirada estética enriquece y traduce en obras y más obras. "Manuel Suasnávar es un pinto, un artista que tiene enormes necesidades de expresión y que a lo largo de su vida las ha buscado en la pintura, la literatura, el periodismo", expresa de entrada.
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Con largueza el virtuoso del pincel sorbe de su vaso de cerveza, hace una breve pausa mientras el reportero aprevecha la oportunidad para pinchar una aceituna. Suasnávar habla de un tema recurrente en su pintura: los insectos. "Desde el punto de vista estético, los insectos son enormemente bellos. Tienen la posibilidad de ser volátiles y eso me subyuga. Lo peculiar de ello es que los descontextualizo en mis cuadros. Cuando cambias de proporción a las cosas, cuando las sacas de su contexto, de su atmósfera, provoca una especie de shock. A veces es agradable o te sacude. Ese efecto busco. Por ejemplo, el dibujo "La piel del infinito" es un homenaje a Roberto López Moreno, mejor dicho a su libro Las mariposas de la tía Naty: como imagen visual es grato tener una mariposa en la boca.
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"En realidad -precisa- no tengo obsesiones kafkianas recurrentes, no busco regodearme con monstruosidades. Lo exacrable, lo que tengan de repugnante no me inmuta. Expreso lo que tengan de bello los insectos. La belleza me gratifica, me preocupa: la busco en todas partes. La belleza es una aspiración del hombre, como la justicia. No es un concepto total, sino relativo. No es aprehensible, y en términos generales tiene que ver con la sensación de bienestar del alma, porque la diferencia entre lo bello y lo bonito estriba en que esto último es formal y superficialmente grato y bello. Hoy, lo bello tiene que ver con el bienestar del alma".
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Originario del D.F., el artista se autodefine como descendiente de un viejo poeta chiapaneco y de una indígena tzotzil. Con unos años a cuestas, bromea -nació en 1946-, ha participado en múltiples exposiciones colectivas en la ciudad de México y en el extranjero. Exposiciones individuales en Mendoza, Argentina, en Berlín Occidental y en Milán, Italia. En la actualidad realiza un proyecto para mural conteniendo la historia de Chiapas, donde las figuras de Belisario Domínguez, Ángel Albino Corzo y Fray Matías de Córdova ocupan lugares relevantes. Desde ace más de cuatro años radica en Tuxtla Gutiérrez. Explica su decisión de radicar en provincia:
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"Estuve en el Distrito Federal muchos años. En 1980 perdí a mi esposa. Salió la beca a Italia y durante dos años estuve fuera de México; cuando volví, el D.F. me pareció inhóspito, a pesar de que sabía que ahí estaba la vida del arte y la cultura. Preferí, para mi bienestar personal, vivir en provincia. El lugar idóneo es donde está la familia, por eso decidí venir a Chiapas. Desde hace 5 años estoy aquí, en Tuxtla Gutiérrez. Pinto aquí y envío al D.F., a Los Ángeles. El 20 de diciembre expondré en la Universidad de Cali, Colombia. También preparo en estos momentos una exposición para la UNAM y el INBA; voy a participar en el homenaje a Soriano por sus 25 años de pintor".
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Sobre su formación, comenta: "A lo largo de 24 años de pintar he pasado por muchas escuelas, corrientes y procedimientos: geometrismo, academismo, arte de contenido social, graffitti, y he hecho pintura de acción action pinture; todo eso lo entiendo como un proceso de aprendizaje. La pintura requiere de lo anterior, ahora siento que ya empiezo a producir algo consistente, maduro en lo técnico, en lo formal, en lo conceptual. Siento que mi obra está más plena, madura, en una palabra.
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"A mí realmente no me preocupan las vanguardias, ni las retaguardias -sentencia con una amplia sonrisa; su voz, modulada, a veces entre acentos defeños; la mano izquierda acaricia su barba en tanto a la derecha aprisiona el vaso cervecero. El calor de Chiapas, a pesar de todo, es benevolente-; no tengo ningún afán por lo novedoso, de tal manera que mi pintura (algunas piezas se encuadran en la neogifuración, en el neomodernismo; aunque Raquel Tibol las designa como simbolismo) busca expresar lo que deseo. A mí las etiquetas me tienen sin cuidado, ni aspiro a encuadrarme en lal o cual escuela. Suasnávar es un pintor fantástico -en el sentido de ser fantasioso, ¿eh?-, una persona que se expresa".
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Oye -replico-, pero ¿cómo ve Suasnávar el panorama de las artes plásticas en Chiapas?
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No hay pintores en Chiapas: todos son mediocres. En Chiapas no hay una tradición en las artes plásticas contemporáneas. En este momento no hay una pintura representativa, no obstante la gran artesanía que conforma la expresión plástica y toda la escultura prehispánica. Hay varias causaas para este deplorable estado de cosas: primero, las Artes Plásticas -y esto se repite en la música y en la danza- están abandonadas; no existen porque la disciplina que se requiere en esta actividad artística es larga, acusiosa y no representa seguridad económica. La falta de interés de los gobiernos más recientes por todo aquello que represente o signifique la actividad cultural es otra causa.
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"Los buenos artistas plásticos nacidos en Chiapas no ha vivido aquí y no ha habido manera de regresar -advierte-; el más famoso: Carlos Alvarado Lang, tuxtleco, no fue conocido aquí, aunque fue miembro del Taller de la Gráfica Popular y director de la Academia de San Carlos. Carlos Jurado, de San Cristóbal de Las Casas es otro pintor relevante. De los otros artistas notables que recuerdo: Reynaldo Velázquez, que ganó la Juvenil de Aguascalientes, pero aún está empezando.
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"Propongo que se genere un movimiento de expresión plástica y una galería oficial. Es necesario, urgente, un inventario de las artes plásticas chiapanecas. La pintura está en manos de los curas. Tambiés es imperativo crear una escuela de artes plásticas, formar el acervo pictórico del gobierno y por supuesto fomentar, difundir y conservar las artes plásticas".
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Suasnávar gesticula, mientras da algunos pasos por la estancia. Luego se interroga: ¿Por qué Oaxaca -dice- es un estado donde hay cientos de pintores, por qué hay un centro de artes plásticas?" Y se responde: "Porque el gobierno estatal lo fomenta: por lo menos hay 50 centros de difusión de artes plásticas. Oaxaca tiene un Tamayo, Aquino, Toledo, etc. Y nosotros no tenemos pintores. No hay estímulos, por eso los artistas se van de Chiapas.
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Externa que en esta frontera sur hay un pequeño grupo interesado en la cultura, interesado en las manifestaciones artísticas. También -advierte con una sonrisa irónica- muchos snobs. Sin embargo lo lamentable es lo reducido de este grupo. La gente de la calle es indiferente, muy poco informada. Tienen problemas de subsistencia. Al interrogarlo sobre algunas posibles soluciones para crear una ambiente favorable para artes plásticas en Chiapas, Suasnávar precisa:
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"Sería ideal fomentar la pintura como un modo de expresión desde la escuela primaria. Que comprendan que un pintor es alguien que a través de los pigmentos pueden expresar sus ambiciones estéticas. Cuando te descubres disfrutando, haciéndolo, es importante porque tienes certeza de tu vocación".
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"Cada momento te acercas a la pintura de forma diferente. Las mujeres que he tenido a lo largo de mi vida toman forma en mi obra. En la última etapa la presencia de mujeres es constante. Son personajes con intensidad psicológica y tal vez ese sea el propósito. Tal vez sea una consecuencia inconsciente: pintar estados psicológicos", concluye Manuel Suasnávar, un pintor que a pesar de todo se dedica a producir con intensidad, en un medio diferente, a veces hostil para el quehacer artístico e intelectual.
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Suplemento dominical editado por El Nacional. Domingo, 31 de julio de 1988.
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