12 enero 2010

La pintura de Manuel Suasnávar

por: Fedro Guillén
.
Escribo no como un aspirante a crítico sino como espectador de una pintura que me conmueve.
La crítica puede ser buena. En países atrasados es voluble. Teñida por simpatías y diferencias. Y a alos primeros grandes murales de Diego Rivera les solían llamar Los Monotes. Me conmueve el mural de Comitán Génesis e Historia de los Hombres del Maíz. Palabras que evocan páginas relampagueantes de Miguel Ángel Asturias, Nobel guatemalteco de literatura.
Allí suspendido en el infierno de la tortura contra la luchó Fray Bartolomé de las Casas, un indígena se crispa doblado con manos y pies ceñidos por lazos como llegó a verlos Rosario Catellanos con sus ojos de gasela asombrada y su conciencia en llamas por injusticias contras los indígenas.
Allí, un Victoriano o pretoriano Huerta con anteojos oscuros, cuello alto de científico, abrigo hasta los pies vestido, frase que robamos al clásico. Secreta crueldad mezclada con coñac y nubes de humo de mariguana... Allí, ojos turbios de un obispo de mañas medievales.
Las obras de caballete de Suasnávar se mueven, sacuden. Un loro sobre una silla trasunta a oradores acomodaticios que aprenden del gárulo guacamayo.
Uno de llos parece que va picar al hablador.
Sin la heroicidad y la pureza de los discursos de Belisario.
Hay rostros extrahumanos, dos mujeres sostenidas por las cabezas enlutadas como en las novelas de Yáñez. Y las contempla la retina encantada de una rosa.
Dos viejos de cabelleza electrizada que miran desde el más allá y que ya no beben agua serenada, conseja popular para detener la llegada de la muerte: ¡Dama del alba!
Una mujer está por salir del caballete en pos de una manzana que puso mal al agüero en el paraíso y un chamuco de los Altos de Chiapas, semidesnudo, caricaturiza con su rostro escatológico el falso mito del machismo. El aire de esa pintura violenta del maestro que pasó por el milagroso Milán con su ojo empuñado como un arma, es de dioses revolucionarios de pinceles de estética luz, entre astral y terrestre.
Saludamos a Manuel como artista esencial, que dibuja fantasías que todos llevamos dentro del sueño sin resbalar a lo surreal a lo que está deajo sino encima del mundo.
A veces el maestro Suasnávar Pastrana juega con sus dibujos y del juego, dicen los doctores graves, fue surgiendo el arte.
¡Por decir que en México la pintura ganó a la literatura íbamos a ser propuestos para fusilamiento por la espalda! Si en Chiapas hay poetas y novelistas estelares, la pintura tiene lo suyo. De Bonampak a nuestros días. Que la emoción que suscita el excelente artista sea para todos y nos bendiga poniendo alertas como frenética inquietud del colibrí.
.
........................................................................................................................24 de mayo de 1994
.
Texto retomado en Revista Fin de Siglo, arte, ciencia y literatura. Revista del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. México. Año 1, Volumen 1, Número 3, Agosto-Septiembre 1998.

No hay comentarios:

Publicar un comentario