03 noviembre 2009

El color encarnado. Huella de Chiapas en la pintura de Manuel Suasnávar

PRESENTACIÓN
La obra de Manuel Suasnávar comprende lo que podría denominarse una sinfonía del color. A su regreso a Chiapas -a principios de los ochenta- este artista asumió una lectura vital e íntima de la cosmogonía iconográfica chiapaneca hasta convertirla en una visión otra, cuya intensidad confirma lo que Octavio Paz llama el otro tiempo, aquel que lIeva dentro de sí todo creador.

EI maestro Suasnávar ha dicho que siempre ha tenido la sensación de que un cuadro es continuidad del anterior, de ahí su condición estelar, con plenilunios y oberturas cósmicas. Su pincel conoce la puerta por la que accede, en consonancia festiva, la fuga de Bach y el pulso de Shubert con la ascendente vibraci6n de danzantes, personajes míticos, rituales de la tierra, el agua y el viento de nuestros pueblos.

En su pintura, el tiempo y el espacio cobran una dimensi6n etérea, sin ánimo folclorista, sino mas bien ofertada en aras de sus personajes encantados, asidos a un sortilegio, en tránsito de la ensoñación o embelesados por la ruta del color.

EI color encarnado nos acerca a una etapa fundamental a lo largo de 40 años del ejercicio pictórico de Manuel Suasnávar. La Etapa Chiapas -que comprende los últimos veinticinco arios de su producción- reúne una lectura visual de los códigos interiores de este destacado artista chiapaneco, hoy compartidos, altruistamente, con la generalidad de hombres y mujeres de nuestra entidad. EI Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Chiapas celebra la difusión y el alcance estético aquí exhibidos.

CONSEJO ESTATAL PARA LA CULTURA Y LAS ARTES DE CHIAPAS

DESDE LOS COLORES DE MI SUEÑO

En época de lluvias las aguas se vuelven color café y arrastran el lodo de las montañas. EI verde del paisaje emociona hasta el sopor. Del río Sabinal se oyen las últimas carcajadas de sus oleajes. Los campesinos se ensombrecen al certificar que su tierra se erosiona un poco más, tanto, como su corazón.

Mucha veces se ha dicho que Chiapas, pertenece geográficamente a Centroamérica. Esta afirmación se vive plenamente en la realidad fronteriza de cakchiqueles, mochós y mames, es decir, entre las etnias que comparten cultura y economía a lo largo de una frontera olvidada del progreso y la modernidad.

La solidaridad, ante la miseria, se vive cotidianamente entre aquellos indígenas olvidados del presupuesto y (cuya mención irrita a las "buenas conciencias") que solo les convocan con fines electorales de este lado o militares del otro. La frustración económica es síndrome que provoca la violencia, la soledad política es la mecha que enciende la indigencia ideológica, la corrupción es el duende político que habita la pobreza y es del mismo color que el cinismo.

Los indios en Chiapas somos chaparros y morenos, de piernas fuertes y mirada honda. Nos gusta hablar imaginando y comer nucú o carne de jabalí, chuti, tepezcuintle o armadillo y hace algunos años, carne salada de danta.

Hace años también, se miraban las selvas magníficas echarse sobre las mágicas tardes a dormir su siesta de mayo, a tomar pozol a la orilla de esos dos tropicales lIenos de mojarras democráticas que tronaban, doradas y cantoras, entre los dientes de oro de mis paisanos, siempre con dos machetes: uno para la tumba y roza y otro para "pasear".

El liderazgo, entre los indios, tiene todo un sentido ritual. Algo queda en nuestra piel como que nos orilla a ver dioses entre los del poder; por eso, los liderazgos en Chiapas tienen un valor genuino, no son meras formalidades. Un prioste zoque, por ejemplo, es mucho más que un Iíder de conciencia, es también, un guía social; está dotado con la dignidad que exige la ética tradicional, es un representante genuino en quien se mezcla poder y razón. Razón pública y poder del alma.

En este tiempo de maledicencia social, esta conducta, es frágil. Se desdeñan nuestras voces antiguas y se es condescendiente ante la chatarra política. La fragilidad ética, vive todos los días, la pagina roja de la concupiscencia.

Las voces y las artes de Chiapas, en la frontera olvidada, son coloridas y sus carcajadas expresan una tristeza muy honda, por eso se violentan a cada paso. Dicen que Chiapas es Centroamérica en todo, aun en locura política.

Hoy, como nunca, se desea certidumbre. Certeza de trabajo, de dinero, de obra política, de arte y Libertad, de paz. Deseamos líderes y artistas con voluntad y capacidad de convencer. Las voces de la frontera olvidada tienen derecho a líderes del tamaño de su historia y artistas a la altura de su talento y belleza. No más "clowns" que no representan a esta comunidad y su futuro, mas bien, aprovechan sus caminos hist6ricos para usarlos como atributos curriculares y presumir así, de dirigentes del oprobio.

Todo este infinito pervive en mi memoria cotidiana y se hace presente al momento de pintar; al retratar el recurrente entorno en que me muevo, al rimar mi alma con mi tiempo, al encontrar los colores que habitan el sueno añoso en las utópicas fantasías de mi pueblo.

Manuel Suasnávar Pastrana


El tío chico que vuela Acrílico/tela 140x 100 cm 1993

Colección particular

Homenaje a Roberto Mancilla Acrílico/tela 130 x 100 cm 1994

Colección particlar

La vendedora de sueños Mixta/tela 120 x 100 cm 1996

Colección particular

La gusanera Óleo/tela 100 x 140 cm 1996
Colección particular


Triálogo Acrílico/tela 120 x 100 cm 1997
Colección particular


Flamboyán Biombo - Acrílico/madera 2001
Colección particular

La señal Acrílico/tela 160 x 120 cm 2001
Colección Particular

Parachico gato Acrílico/tela 150 x 110 cm 2001
Colección particular

La disputa Acrílico/tela 120 x 100 cm 2002
Colección particular

Río de luz Acrílico/tela 120 x 100 cm 2002
Colección particular

Parachico en el río Acrílico/tela 160 x 200 cm 2002
Colección particular

Las bolitas del malecón Acrílico/tela 100 x 80 cm 2003
Colección particular

Doña Washintona y Adorín Acrílico/tela 130 x 95 cm 2003
Colección particular

Reposo Acrílico/tela 95 x 100 cm 2003
Colección particular

La danza del Nahuaré Acrílico/tela 100 x 180 cm 2004
Colección particular

Tío Marco el sonajero Acrílico/tela 50 x 70 cm 2004
Colección particular

La Mariángulo y Nuriulú Acrílico/tela 130 x 195 cm 2003
Colección particular

Los zurdos Acrílico/tela 140 x 180 cm 2004
Colección particular

La Banda de Cicerón Acrílico/tela 150 x 150 cm 2004
Colección particular

La Nacleta y su vecina Acrílico/tela 120 x 195 cm 2004
Colección particular

Tía Chona la flor Acrílico/tela 150 x 150 cm 2004
Colección particular


La Zoylita Acrílico/tela 150 x 150 cm 2004
Colección particular

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