11 enero 2010

El arte de pintar y pensar la pintura

por: Ricardo Cuéllar Valencia
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-Manuel Suasnávar ¿Cuándo se descubrió como pintor, en qué circunstancias y de qué manera fue encontrándose en este oficio?
Esto fue un proceso paulatino. Desde los primeros años de juventud, a los 15 ó 16 años durante mi paso por la preparatoria encontré un maestro de dibujo que fue quien me sugirió debía visitar San Carlos, que debía ir a la Escuela Nacional de Pintura y Escultura, a conocer, a tomar el primer contacto con la enseñanza del arte. Así lo hice. Fui a San Carlos y quedé fascinado, subyugado por todo lo que San Carlos representaba en aquellos momentos: la gran escuela con ese patio magnífico de arcos neoclásicos, las esculturas griegas, el diadúmeno, el discóbolo, las representaciones de Migel Ángel, el Moisés, el David, la tumba de los Medicis, y toda esta atmósfera mágica que tiene el edificio. Entré y conocí algunos amigos que estudiaban entonces por allí; visité los talleres; me percaté de lo que ahí se enseñaba y cuáles eran sus propósitos. Desde un principio viví un enamoramiento con esta actividad; inmediatamente me inscribí y uve la suerte de pertenecer a una generación muy entusiasta. Éramos jóvenes convencidos de su vocación; ahí formamos desde los primeros años, un grupo que se distinguía (a partir de 1965) por adoptar una posición rebelde , por asumir una posición de respuesta a la academia de San Carlos - que ya vivía sus últimos momentos -; era lo que tiempo después se dio en llamar los años de la ruptura. Sin duda los maestros más influyentes fueron Antonio Rodríguez Luna, Francisco Moreno Capdevila; en la cuestión técnica Luis Nishisawa y en el aspecto teórico Alberto Hijar, con ellos tuve la suerte de establecer una relación que perduró a lo largo de muchísimos años.
Desde los primreos años empecé a buscar un lenguaje propio, una personalidad propia, empezamos a encontrar en los años sesentas la materia social, la materia política, la materia artística, desde luego, los elementos que tendríamos que transformar en lo que vendría a ser nuestra propia visión. En lo años sesentas el páis atravesaba por un momento decisivo de su historia. Yo entré a San Carlos en 1965 y permanecí en la escuela hasta 1969, esto quiere decir que nos tocó vivir -como estudiantes- el conflicto político y social más relevante de la segunda mitad del siglo.
En México, se planteaba por larte de un amplio núcleo de población -que mayoritariamente era joven- una renovación en todos los sentidos y desde luego también una renovación en los aspectos académicos y den enseñanza. Se trataba de un cambio de actitud ante la vida; esto se vio necesariamente reflejado en la conducta de los jóvenes estudiantes de arte. El artista adolescente tiene una personalidad muy singular, es un ser dotado sensiblemente, contestatario, desconfiado de todos los valores que en su momento se manejan como establecidos, muy rebelde ante el stablishment y muy capaz de buscar un lenguaje que corresponda más a esa naturaleza.
Mi primer búsqueda sucedió cuando empecé a realizar algunos trabajos a través de los signos urbanos; inicié una indagación en los que llamaríamos los signos anónimos, esa gráfica que se empezaba a dar a manera de pintas en las calles, esa plástica que se desarrolla en los muros, esos grafismos anónimos y violentos que aparecen en las puertas de los excusados públicos, en la parte trasera de los asientos en el metro o en los autobuses... esa forma violenta que tiene el ser anónimo de esconder su propia expresión plástica y que se da de una manera brutal en todos los grandes núcleos de población urbana. En ese material plástico, en esas texturas agrestes, ríspidas, dramáticas, fui encontrando elementos plásticos que favorecieran la forma de expresión que yo estaba buscando; de tal manera que una de mis primeras exposiciones se tituló Testimonios anónimos; expuse unos cincuenta trabajos que estaban muy vinculados con esta manera anónima y dramática que tiene la ciudad para expresarse por sí misma. Así fue como me inicié en la creación artística.
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- Concluyes la vida académica y luego viene la dedicación de tiempo completo al oficio de pintor. En un comienzo hubo becas, viajaste a Europa.
- Sí, hubo becas. En México tuve la beca del Organismo de Promoción de la Cultura ; el Lic. Miguel Álvarez Acosta, recientemente fallecido, era un funcionario de la Secretaría de Relaciones Exteriores que tenía a su cargo unos talleres en las calles de Pino en la colonia Guerrero, en donde algunos jóvenes fuimos favorecidos con becas con el objetivo de seguir creando nuestras propias obras -ya fuera de la escuela- que eran adquiridas por la Secretaria de Relaciones Exteriores; nos las adquirían a precios muy bajos pero en ese tiempo suficientes para comprar instrumental, mobiliario, los recursos materiales necesarios para continuar la carrera de creador plástico. Sin duda ese impulso fue decisivo. Después vino la beca que me mandó a Italia, donde estuve aproximadamente dos años, etapa que también fue decisiva en mi vida. Allá me puse en contacto con una realidad completamente distinta, me acerqué a los más importantes poetas europeos de finales del XIX y princios del siglo XX, me acerqué a la plástica contemporánea y vanguardista europea. Tuve la oportunidad de observar a los pintores clásicos, visitar los museos más importantes de Europa: contemplar en vivo todo el Renacimiento italiano, el Barroco francés a los clásicos flamencos, a los impresionistas franceses, el expresionimos alemán, a los grandes pintores realistas españoles, a todo el equipo cubista (Juan Gris, Georges Braque, Pablo Picasso, Mitzinger) y otros muchos más que solamente a través de esa beca pude haberlo hecho; eso fue sumamente formativo en mi oficio de pintor.
Como inviduo la experiencia de pasar un largo tiempo fuera del país, de ver mi popia patria desde una perspectiva lejana, fría, muy calculadora, desde países donde no se tiene una simpatía por México, en donde se le ve con cierto desdén, con cierto desprecio, y desde donde lo que pasa en Latinoamérica no reviste la importancia que nosotros quisiéramos, todo eso sin duda me ayudó a ir fomentando el sentimiento de autoestima por mi propia nación, por mi propia cultura, y me hizo posible el contacto con los clásicos, con los maestros, con las escuelas, valorar lo que nosotros hacemos en Latinoamérica y seguir buscando mi propia forma de expresión. De esa época proviene una serie de dibujos hiperrealistas con un fuerte toque expresionista, dibujos que había que habría que reconocerlos dentro de la corriente llamada neográfica, dibujos que están influenciados por todo lo que vendría posteriormente a ser el lenguaje plástico de la computadora. En ese tiempo, estas máquinas no eran tan populares, ni tan versátiles que permitieran el diseño gráfico, sin embargo ya se empezaban a dar algunos elementos plásticos propios de esa iconografía tan al uso. En esa época tomé algunos elementos de todo esto que he hablado para enriquecer y armar una serie de dibujos que fue muy numerosa, deben de ser unos 50 ó 60, de los cuales infortunadámente sólo conservo 4 ó 5.
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- Al regreso, ¿empezaste de nuevo a trabajar en búsquedas diferentes o hasta cuándo duró este proceso hiperrealista?
- A mi regreso a la ciudad de México, encontré con que ya no era tan fácil adaptarme a la vida de la ciudad, venía de vivir en ciudades pequeñas de 3 ó 4 millones de habitantes, que tienen todos sus servicios, además de universidades, bibliotecas y una vida cultural intensa; la ciudad de México resultó ser un ámbito hostil, en donde no me pude adaptar fácilmente, en tanto ya la violencia que se empezaba a dar, el vértigo de su vida, el ruido y sobre todo el smog, todo eso se me hacía demasiado agresivo; entonces decidí venir a Chiapas huyendo de esa ciudad en búsqueda justamente de mis antecedentes históricos, de mi pasado. Como tú sabes, soy hijo de padres y abuelos chiapanecos, de tal manera que mi formación infantil y juvenil estuvo muy ligada a Chiapas. Lo primero que pensé cuando tuve que decidir a qué parte irtme a vivir, fue a Chiapas. Vine a Tuxtla Gutiérrez, encontré amigos, conocidos, encontré familia y rápidamente me adapté a la nueva vida.
No tenía ningún sentido seguir haciendo lo que yo hacía en Europa o lo que hacía en los barrios bajos de la ciudad de México, tenía yo que encontrarme en la nueva realidad que vivía. La busqué en el color, en el espacio abierto; en la historia y en la cultura, en los hábitos decadentes y en los hábitos ascendentes de esa cultura, en las tradiciones más antiguas y en las preocupaciones contemporáneas; en todo eso fui encontrando lo que yo deseaba decir de Chiapas. La visión histórica de nuestro pasado está muy ligado a lo mágico; a ese sentido abstracto y empírico de relatar la realidad cotidiana con un lenguaje muy cercano a lo fantástico y a lo mítico, es decir, a esa manera de subliminar el pasado para construir valores que te permitan creer en algo posible aunque sea utópico.
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- En los trabajos últimos, son la naturaleza, ciertos seres, objetos y personajes, que hacen parte fundamental de la vida de uno y otro pueblo chiapaneco, los elementos que han ido creando tu espacio pictórico. ¿Por qué no hablamos de tu encuentro con la naturaleza y los extraños seres de Chiapas?
- Sí, efectivamente, esa fue la materia prima que empecé a buscar. Desde luego, los cambios en la personalidad de un artista no se dan de un día para otro; los pasos a veces son imperceptibles, dos adelante y uno atrás y así paulatinamente cambiando; así fue como fui encontrándome en Chiapas, en forma paulatina. Efectivamente la obra que ahora realizo es una obra que está llena de Chiapas, de esa naturaleza agreste, vivaz, colorida, única, creíble para quienes viven aquí. Muchos de mis temas resultan increíbles cuando se ven en otra parte de México. Resulta que mucha gente no puede creer que los chiapanecos vuelen o que exista la tisigua, o que exista una serie de mitos que todavía tenemos circulando en nuestra vida cotidiana y que forman parte de nuestra relación para con la naturaleza. Chiapas sigue siendo mágico muy desligado de la brutal y vulgar realidad urbana. Por eso la tierra en la que vivimos, es una tierra llena de poetas, de gente que se despega de la realidad. Un poco mi obra está tocada por ciertos elementos que podrían resultar si no surrealistas sí fantásticos; por ciertos elementos que podrían evocar una actitud costumbrista, al mismo tiempo con un pensamiento poético dulce en ciertos sentidos y dramático en más de un sentido, también un tanto está tocada por la violencia.
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- Otra faceta de tu personalidad creativa es la literatura: has escrito poesía, cuento y ensayo. ¿Cómo ocurre este encuentro con la palabra escrita?
- Tuve una formación integral. Conté con la suerte siempre de estar cerca de poetas. Mi padre era un hombre que escribía poesía y se frecuentaba con amigos poetas. Desde mi infancia, recuerdo que en casa había libros y ocurría constantemente la visita de amigos poetas de mi padre, siempre había tragos entre bohemios que cantaban o que decían versos. De tal manera que la cercanía con la palabra fue siempre un hecho en mi propia experiencia vital. Después de eso mi formación académica estuvo muy cerca de la historia y lo sigue estando, además de la literatura, de la literatura escrita y de la literatura oral, estas dos vertientes me ayudaron, me convencieron de la belleza de la palabra y coforme fue pasando el tiempo fui entendiendo que la literatura, la música, el periodismo, la poesía y la pintura no eran más que ventanas que daban a distintos paisajes. Cada medio de expresión tiene su propia vocación y con diferentes instrumentos puedes decir distintas cosas. Con la palabra escrita, con el color, con la textura en movimiento, con la voz hablada y cantada puedes acercarte a distintos paisajes del espíritu y de ese modo ir revelando de una manera más integral tu yo íntimo, y poder regocijarte y atender los distintos perfiles de ese poliedro que es el espíritu humano.
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- Una cosa en común que yo encuentro en lo que tú creas es el humor, la ironía, la crítica, parece que es el elemento integrador de tu espíritu que se expresa con la palabra, especialmente con el color y sus formas plásticas.
- Tienes razón, Ricardo, y me da mucho gusto que lo traigas, no cade duda que me conoces muy bien, somos amigos de muchos años. Sin duda con el paso de los años, no es fácil conservar el sentido del humor. Efectivamente el humor ha estado muy cercano a mi personalidad. La ironía, la broma, el juego de la fantasía, la esgrima de las palabras, la esgrima de la crítica a veces acerba me acompañan. El humor ha estado cerca de todas mis formas de expresión, en el periodismo y en las artes plásticas donde si revisamos con atención, vamos a encontrar muy pocos astistas plásticos que incorporen el humor a la expresión artística. Los artistas plásticos, a veces, son demasiado solemnes, son demasiado creídos en sí mismos, y se olvidan del humor como un instrumento propio de la expresión artística y literaria, válido y necesario en estos tiempos no sólo para poder sobrevivir estas crisis sobre crisis, arriba de crisis y de corrupción. Es necesario el humor pues él nos puede salvar, en un momento dado. Los que han salvado a las grandes crisis son pueblos que han estado vigilantes de dos cosas: de su propia lengua, y con su sentido del humor. Muchos años antes que los nazis quisieron desaparecer al pueblo checo, se defendió de muchas formas y entre ellas con su lengua, y con su sentido del humor, del cual carecen polacos, eslovacos y alemanes. Los checos en el centro de esa selva de mal humor encontraron en el humor instrumento de sobrevivencia. Distintos pueblos que se han visto en crisis y en riesgo, con la autoestima de su lengua, el sentido del humor los ha salvado en las vicisitudes más graves de la historia.
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- Otro aspecto, Manuel, que de una y otra manera compartimos es el hecho de que en medio de un mundo de crisis de valores la actitud primordial es la de afirmar el gozo de la vida.
- Sí. claro. Ese sentido lúdico por el quehacer, hedónico por la existencia, por la convivencia, en el amor, por la amistad, por las cosas más genuinas que tienen que ver con la honradez humana, por las cosas que tienen que ver con lo mejor de la fantasía del hombre, la conservación de su salud, es decir, con la condición humana en plenitud y en goce inteligente de su ser.
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- Para cerrar esta entrevista, Manuel, ¿por qué no defines tu visión respecto a la relación entre la ética y la estética?
- Bueno, yo entiendo a la ética como la medida, es decir, el instrumento que tenemos a nuestro alcance para darle dimensión y valor a la inteligencia del hombre. La ética para mí no es más que una especie de medio con el cual podemos establecer el valor de lo que el hombre produce. Y entre las cosas que el hombre produce y necesita para vivir, sin duda alguna, está la belleza. Para poder medir la belleza necesitamos conocerla a través de ciertos instrumentos, uno es la estética que no sería más que el devenir dialéctico del gusto y otro tendría que ser la ética para poder entender, medir y elegir la belleza como valor del pensamiento humano. Con la ética la medimos y con la estética la entendemos. Son dos instrumentos que el hombre necesita ordinariamente para poder disfrutar plenamente de la facultad de gustar.
El gusto -como todos los intrumentos de que dispone el hombre para su bienestar- ha sido un elemento que hemos ido forjando, modelando, diseñando, a lo largo de nuestra historia, de su devenir. El gusto ha ido cambiando, se ha ido transformando dialécticamente, ha sido influenciado por lo político, lo social, lo económico, lo religioso, en todos sentidos. Este instrumento del hombre ha cambiado y cuáles han sido los elementos que se han transformado de lo ético para poder asignarle valor a lo que hoy poy hoy ha de ser valioso y para poder desechar de este tiempo y del futuro de lo que no habrá de servir. Por eso la pérdida de valores éticos en estos momentos resulta tan preocupante en la perspectiva de nuestros hijos para el próximo siglo. Tengo fe en el genio de la humanidad.
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Entrevista realizada al pintor Manuel Suasnávar Pastrana por el escritor colombiano Ricardo Cuéllar Valencia para la revista Fin de Siglo, arte, ciencia y cultura. Revista del consejo Estatal para la Cultura y las Artes. Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México. Año 1, Volumen 1, Número 3, Agosto-Septiembre 1998.

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