FACIO
En estos días cumplo treinta y ocho años de trabajo en las artes plásticas. Más de la mitad de ellos los he vivido aquí, en la tierra de mi estirpe, llena de color, luz e historia. Todos esos años han transcurrido como un suspiro y han llenado mi alma de experiencias contrastantes, tal y como es Chiapas. No podría, pues, sino afinar mis ojos, mi oficio y conciencia al tono de esta tierra, de esta sinfonía cromática que me envuelve en su vértigo, a veces, soez y safio y en veces, sabio, inteligente y bello. Siempre generoso, no siempre justo.
Mi pintura no es más que un autorretrato. En ellas se expresan mis limitaciones, muy numerosas es verdad, y mis escasos aciertos también estarán presentes, empero, nadie podrá escatimar el color enamorado y el alma de flamboyán que tiene esta pintura; nadie que esté afinado con el suspiro en forma, color y luz, que hoy les traigo hasta esta casa del pueblo chiapaneco; de nuevo muchas gracias.
Julio 2003
Manuel Suasnávar
En estos días cumplo treinta y ocho años de trabajo en las artes plásticas. Más de la mitad de ellos los he vivido aquí, en la tierra de mi estirpe, llena de color, luz e historia. Todos esos años han transcurrido como un suspiro y han llenado mi alma de experiencias contrastantes, tal y como es Chiapas. No podría, pues, sino afinar mis ojos, mi oficio y conciencia al tono de esta tierra, de esta sinfonía cromática que me envuelve en su vértigo, a veces, soez y safio y en veces, sabio, inteligente y bello. Siempre generoso, no siempre justo.
Mi pintura no es más que un autorretrato. En ellas se expresan mis limitaciones, muy numerosas es verdad, y mis escasos aciertos también estarán presentes, empero, nadie podrá escatimar el color enamorado y el alma de flamboyán que tiene esta pintura; nadie que esté afinado con el suspiro en forma, color y luz, que hoy les traigo hasta esta casa del pueblo chiapaneco; de nuevo muchas gracias.
Julio 2003
Manuel Suasnávar
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